ECONOMÍA COLABORATIVA – ¿EL FIN DEL CAPITALISMO?

Tenemos la suerte de estar viviendo en una época que será conocida en los libros de historia como la tercera revolución industrial. Estoy seguro de que todos los lectores de este post tienen uno o más dispositivos conectados a internet y que muchos de vosotros habéis hecho uso de APPs que os han permitido viajar compartiendo coche y repartir los gastos entre los ocupantes (Blablacar) o encontrar alojamiento en casas de particulares como alternativa a los caros hoteles (Airbnb). Bien, este es un pequeño ejemplo de la eficiencia generada por la economía colaborativa.

Economía Colaborativa

El propio implacable aumento productivo del sistema capitalista lo está acercando a su propia autodestrucción para dar paso a un nuevo sistema económico: El mercado procomún colaborativo. Eso afirma Jeremy Rifkin en La sociedad de coste marginal cero: el Internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo. Este aclamado economista insiste en que pensemos en que la vida sin capitalismo es posible y que olvidemos los factores que nos han hecho pensar que nuestro mundo es imposible de organizar por un modelo económico diferente. En el siguiente vídeo podemos observar al propio Jeremy Rifkin compartiendo su visión sobre este fascinante concepto.

Las empresas siempre han buscado la eficiencia tecnológica con el fin de aumentar la productividad y garantizar beneficios pero, ¿Qué pasaría si la actual revolución tecnológica tuviese una productividad tan extrema que redujese los costes marginales a cero? Habría abundancia de muchos bienes que además tendrían un precio casi gratuito. Y es precisamente esto lo que está empezando a ocurrir. Este nuevo modelo económico colaborativo  está teniendo ya un efecto muy disruptivo en el sector del transporte y del turismo y está consiguiendo que mucha gente, entre los que me incluyo, estemos expectantes  para hacernos una opinión seria sobre este asunto.

Rifkin tiene razón y todos estamos siendo testigos de estos acontecimientos, muchos consumidores se están convirtiendo en prosumidores y realizan sus propios videos y los comparten en YouTube, comparten su conocimiento en Wikipedia, algunos producen su propia música y la comparten en Soundcloud y otros incluso escriben y comparten de forma gratuita sus propios libros. Con todo esto se ha llevado a muchas compañías discográficas a la ruina, se ha dañado enormemente al cine y a la televisión y me atrevería a decir que la prensa escrita tiene los días contados.

El autor de La Sociedad de Coste Marginal Cero incluso va más allá y extiende este modelo económico a la producción energética:

«En el siglo XXI, el centro del control sobre la producción y la distribución energéticas va a desplazarse desde los gigantes empresariales centralizados de la energía basada en los combustibles fósiles hacia millones de pequeños productores que generarán sus propias energías renovables en sus viviendas y locales, y que comercializarán los excedentes a través de redes infoenergéticas de dominio común»

Se espera que la economía colaborativa alcance su cénit gracias a la estructura denominada internet de las cosas (idC). Aunque este concepto aún se encuentra en un estado embrionario, en un futuro cercano todo estará interconectado con todos, lo que permitirá que una nueva era de prosumidores produzcan sus propios bienes. Ya vemos alguna muestra del potencial de este concepto gracias a las impresoras 3D y al autoconsumo energético.

Impresora 3D

Estamos adentrándonos en una era fascinante que aunque puede que no se postule como el mundo ideal, se trata de una era que podría irá más allá de los mercados, una era en la que debemos aprender a convivir en una economía colaborativa cada vez más independiente. No obstante, también debemos tener en cuenta las posibles consecuencias negativas que podrían emerger en caso de que los lobbies frenen el avance de este sistema o de que se produzca una guerra de monopolios por el control de la producción y los datos.

En cuanto al empleo, solo cabe pensar que tarde o temprano, el trabajo de las personas terminaría por centrarse en fines no económicos. En esta sociedad de coste marginal cero, las ofertas de trabajo se centrarían en aquellos puestos que refuercen a la sociedad en sanidad, educación o arte.

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